jueves, 9 de junio de 2011

Sueños juveniles de revolución.

Aún recuerdo con melancolía, pero con mucho cariño la primera vez que en mis años de bachiller tuve la oportunidad de ojear las páginas del manifiesto comunista De Karl Marx, aquel libro que logró cautivarme en sus cortas pero sustanciales páginas, que a lo largo de lectura lograban permearme con una mirada distinta del mundo y del orden establecido; una forma nueva de divisar la sociedad, y, de una u otra manera, romper el cascarón al que nuestra familia y nuestro estilo de vida nos había acostumbrado.

Por esa época sentía la revolución, y las ganas de cambiar el mundo a flor de piel, pensaba ser un prócer por los derechos de mi pueblo, que día a día está en peores condiciones, soñaba con viajar por América Latina y compartir con los pueblos indígenas y generadores de resistencia dentro de la región, pero mi principal anhelo fue viajar a Chiapas y conocer al sub comandante Marcos, que, a modo personal, es un ejemplo de lucha y dedicación. Todos estos sueños  alimentados ya por textos más construidos y elaborados , como las cartas del italiano Gramsci y los textos soviéticos que relataban la revolución de octubre.

Pero el tiempo, la vida y aún mas paradójico los mismos jóvenes con ideas similares a las mías, se encargaron de mostrarme la realidad, y entender de una vez por todas por qué la sociedad que planteo Marx no se puede construir como una visión de las masas, por qué se pelean por aspectos que a mi modo de ver son irrelevantes a la hora de generar un cambio de orden, porque se discute y se tiene pleito con el maoísta, el trotskista, el leninista, el stalinista, y ni se diga con los anarquistas. Aún no encuentro razón de por qué no se unifican los ideales y los aplicamos a Colombia, el país que nos quieren arrebatar de las manos, ¿será porque en realidad los revolucionarios jamás evolucionamos?, ¿será que somos de piedra y vivimos de triunfos de siglos pasados?. Es sensato pensar que todo tiene una evolución, pero en ocasiones pienso que no se trabajo ni se transformaron las premisas de los grandes exponentes de la revolución para aplicarlas a las necesidades de la época y la sociedad.

Ahora bien, no pienso abandonar mis ideas y mucho menos las enseñanza de los textos, pero si he optado por aplicarlos desde mi diario vivir, donde son mis actos los que me identifican como sujeto social y actor de cambio, donde, ayudando a alguien que en realidad lo necesita, construyo más conciencia que con salir y destruir la ciudad usando rocas y palos, celebrando el aniversario de la primera internacional. No pretendo criticar ni herir susceptibilidades, solo deseo que en realidad el mundo miserable y capitalista en el que estamos sumidos, un día sea mas justo, donde se respete al hombre por sus valores y no se le cuantifiqué como si sus necesidades las midieran los porcentajes.

Yo aún sueño con justicia y equidad, pero ¿esta usted feliz en el mundo en que nos toco vivir, o esta dispuesto a generar nuevas alternativas para cambiarlo?


Alejandro Gómez Niño

No hay comentarios:

Publicar un comentario